Friday, September 9, 2011

Jungla social abstracta

Los colores de aquel café brillaban con más intensidad cada segundo que pasaba. Los diversos grupos que habitaban el mítico lugar podrían bien pertenecer, sin más, al zoológico de la ciudad.
Miles de especies, con distintas culturas y valores, se juntaban para formar la más rica jungla social.

Adolescentes balbuceando sus más últimos encuentros y 'amores'. Sí, amores. Si es que es posible para semejantes seres, en desarrollo, comprender la profundidad de aquella palabra, de aquel sentimiento, de aquel estilo de vida.
Una pareja ejecutiva concebía imposible dejar de preocuparse por la, anticlimática, rutina del trabajo. No, aquello era imposible en un día feriado tal como hoy. La adicción que invadía sus cuerpos hacia los aparatos inanimados, en su presencia, era tal que sólo lograban comunicarse a través de miradas tímidas con el único propósito de buscar comprobar el progreso productivo de cada uno.

El jazz, que sonaba de fondo y cuyo objetivo era calmar a las alarmadas ánimas del lugar, pasaba a ser un objeto de entretenimiento para los que lograbamos encontrar la belleza en el observar, detenidamente, a dichos sujetos.

Pasaban uno, dos, tres minutos y no podía cansarme de mi tarea. Lentamente, entraba y salía gente del sitio, quien sabe si con o sin historias pasadas por alto por mi. Era increíble como ignoraban mi presencia y la documentación exhaustiva que llevaba de ellos. Todos inconscientes de que se encontraban bajo el telescopio de mi escrutinio.
Desprevenidos de tal forma, que ninguno de los presentes podría imaginarse que yo trataba de penetrar sus mentes intentando despojarlas de cualquier grado o nivel de privacidad. Si algo era cierto, era que sujeto que entráse en el café, sujeto que se convertiría, ante mis ojos, en el más mero objeto de estudio social. En su totalidad, perderían todo escudo de intimidad al poner pie en el sitio.

Sí, yo sabía que el chico de azul a la derecha daba vida y alma por recibir un beso de tan despampanante rubia. También era de mi conocimiento, que esta última lo deseaba, pero el compromiso moral y social, de tan concurrido lugar, se lo impedían. Ella estaba segura de que no duraría mucho tiempo sin ser detectada por los cientos de espías escondidos en cada teléfono móvil presente. El mío incluído, pues la conocía. Cualquier movimiento brusco, inesperado y acelerado ocuparía los próximos ciento cuarenta caractéres de mi red social favorita.

Decidido a cambiar de objetivo, me encontré escribiendo estas palabras y recordando lo mucho que disfrutaba escribir en papel, el movimiento de la mano sobre las páginas... Pero basta de mí, había encontrado a mi siguiente presa.

La morena de ojos verdes, probablemente de origen brasileño, esperaba impaciente por alguien. A diferencia de mí, en aquel momento, esta parecía uno mismo con su móvil y no paraba de mirarlo, levantando la mirada cada dos por tres para confirmar que, lamentablemente, seguía esperando por su cita. La había visto cuando entré al café, sabía que llevaba ahí, al menos, treinta y cinco minutos. Preocupada, se mordía el labio inferior, de una manera tan sútil que parecía sospechosa. Habían pasado otros veinte minutos y seguía allí, inmóvil, resignada a su destino.

Sintió su alma plantada. Decidió levantarse y actuar como si nunca estuviese esperando por alguien más. Dos cafés en la mesa, de los cuales uno estaba lleno, eran mi evidencia de aquello. Con la cara y la mirada enterradas en el piso salió del lugar lentamente, para mi sorpresa. Yo, en su lugar, me hubiese barrido de aquel sitio, de tal manera, que sólo la mente más atenta y astuta, pudiese haber detectado mi, rápida, huída.

Otra épica noche caía en la mítica ciudad de Madrid y yo me disponía a dejar el café, que sirvió de entrenimiento inesperado a mi imaginación. Al salir, miro hacia la terraza del sitio y allí estaba.
Ahí estaba la chica de los ojos verdes, que en aquel momento estuvieron llenos de lágrimas.
Sin titubear, me decidí a saludarla. Y es así como conocí a Juliana. El amor de mi vida...

2 comments:

  1. Dioooosssss, estoy emocionada!!! Me encanta y quiero saber qué pasa!!! Me encanta cómo escribes, José, qué estilo tan bonito y sensible.

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