Friday, August 26, 2011

Lucas, decidido [from Overlapped Stories, III]

Lucas admiraba los boletos de su reciente viaje a París mientras, en su pijamas, se tomaba un café echado en el sofá para despertarse y poner las neuronas a funcionar. Recordaba lo relajante que la había pasado solo. Siempre quiso hacer un viaje por sí mismo, sin acompañantes, para experimentar lo que sería pederse en una ciudad, conocer gente nueva y descifrar sus secretos.


Tuvo un leve remordimiento de consciencia por haberle mentido a sus amigos y que así no lo acompañasen en su aventura parisina. Lucas tragó fuerte, pensaba otra vez, pero, estaba decidido. Se paseó por su apartamento con la taza de café en mano y le cautivaba la belleza de aquel lugar al que, quizás, nunca le dio tanta importancia. Miles de recuerdos volaban velozmente por su mente despertando sentimientos que pensaba haber reprimido. Alegrías, depresiones, amores y desamores, todo quedaría pronto atrás.


Mientras cerraba las últimas cajas que poseían sus pertenencias, Lucas le prestó atención, una vez más, a la más pequeña de ellas. Esta tenía dentro un montón de cartas, ya escritas y selladas, cada una con un destinatario diferente. Leyéndolas con pasión, las revisó lentamente y suspiraba al finalizar cada una. Las puso a un lado, ya era hora de vestirse y había previsto estar fuera de casa en 15 minutos.


Una vez listo, Lucas se acercó a su gato, Bigotes, y lo acarició como nunca. Le llenó el plato de comida y se aseguró de que no le faltara agua ni alimento. Antes de voltearse lo miró fijo y le murmuró: “Todo va a estar bien, tú no te preocupes”. El gato, inocentemente, ronroneó y se dio una vuelta alrededor de las piernas de su dueño, demostrándole, de esa forma, su afecto.


Justo antes de salir de su apartamento, Lucas agarró su reproductor de música, comprobando su batería, y al tener en la mano derecha la fría manilla de la puerta le dio un barrido vistazo a su apartamento y a Bigotes, su fiel amigo. Con la mirada le dijo “Adiós”.


Lucas sabía que el camino entre su casa y la estación de metro no sería fácil. Había previsto aquello y se había tomado unas pastillas anti-ansiedad para evitar cambiar de opinión y acabar con el plan que tanto tiempo le había llevado organizar. Podía sentir en su cuerpo el efecto de las drogas que había ingerido minutos antes, dispersándose estructuralmente, llegando a cada rincón de él. Pero Lucas no vaciló, sabía que su voluntad era más fuerte y estaba seguro de que lo que hacía era por él mismo.


La calle debajo del número 22 parecía más viva que nunca. Habían millones de personas comprando, comiendo, paseando y disfrutando del día soleado de invierno. Lucas estaba seguro de que su decisión le haría daño a mucha gente. No se consideraba un hombre egoísta y sin embargo, no podía evitarlo. Era algo que debía hacer por y para él. Lo necesitaba.


La pareja de ancianos que paseaba lentamente a través de la calle sacó rápidamente de quicio a Lucas, pero la felicidad que llenaba los rostros de aquellos personajes le hizo olvidar su prisa, su motivo, su decisión, por un momento. Los admiró mientras pudo y se apresuró en pasarlos, este último movimiento no fue voluntario. Su cuerpo parecía moverse sin la autorización de su cerebro. Lucas temía perder el control, si algo era importante de esa decisión, era que había sido ello precisamente, una decisión de Lucas y de Lucas únicamente.


El miedo se apoderaba de él lenta pero continuamente y Lucas jamás había experimentado semejante sensación, nunca se había sentido de esa manera: tan débil, tan incapaz, tan inútil.


Seguía caminando, sin detenerse, adelantando a más de un par de personas con cada paso. Estos parecían no entender la prisa de Lucas, tenía un lugar en el que estar y no quería retrasar más el asunto. Podía ver la entrada de la estación de metro a la distancia, se apuró para dar los últimos pasos. Puso el pie derecho en el escalón de las escaleras mecánicas, pues gracias a su madre Lucas creía en las supersticiones, y mientras comenzaba a descender en ellas recordó repentinamente que fue justo allí donde le dieron su primer beso. “Paula”, suspiró, seguía descendiendo para pronto encontrarse al final de las escaleras y tropezarse, pero se reincorporó rápidamente dentro de la multitud.


Lucas comenzaba a titubear, por un momento no estuvo seguro de tener las agallas necesarias. Bajó al andén en donde iba a esperar el próximo tren y al llegar se encontró con que este estaba más lleno de lo normal. Mirando de un lado a otro, con los labios secos y la cara sudada, Lucas se sentía más vulnerable que nunca.


Sus sentidos se maximizaban, Lucas percibía las cosas como nunca. Empezaba a ver todo aquello a su alrededor más nítido, más claro, veía cosas que antes había dado por sentado; olía el aire estancado en los túneles del subterráneo, denso, cargado de una esencia con millones de historias en ella; saboreaba el café que se había tomado antes como si lo tuviese en la boca en ese exacto momento; el frío del suelo atravesaba la suela de sus zapatos y congelaba sus pies como si estuviese descalzo; por último, Lucas escuchaba un sonido que crecía con cada milisegundo, el tren se aproximaba a lo lejos, rápido y ruidoso, sus otros sentidos lo confirmaban.


Lucas estaba de pie al final de la estación, ahora veía la luz del tren acercarse en la distancia. Cambió bruscamente, sin vacilar, a su canción favorita. Estaba parado más cerca de lo normal del borde del andén. Sentía el viento, proveniente del túnel, soplar con una fuerza feroz contra su rostro, golpeaba su cara como una ráfaga inesperada. El tren se acercaba cada vez más, Lucas dio un paso. Titubeó tan rápido como un pestañeo de ojos, pero no había vuelta atrás, se arrimaba, peligrosamente, hacia el borde. Sabía que la gente lo miraba.


Al comenzar el coro de la canción, Lucas dio el último paso. Hubo gritos que se esfumaron a la distancia, todo había pasado muy lento. Le pareció que aquel momento había durado una infinidad, fue lo último que recordó. Su sufrimiento había terminado. No sentiría más. Todo se había acabado. Lucas se había suicidado el sábado 17 de marzo a las 2.30pm.

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